Equus

Equus

Carpeta de grabados

Edición de Fernando Guinard, 1985

Taller De-Mente Colombiano







Mil y un caballos

La presencia del caballo se hace sentir muy hondo en nuestros sueños: no en vano el equivalente en inglés de lo que llamamos PESADILLA es NIGHT-MARE, la yegua de la noche.

Veloz o estática, como realidad muscular o como figuración mítica, la imagen del caballo se entreteje en la historia con las imágenes de los hombres. Las simbiosis que engendran determinan formas culturales y desenvolvimientos políticos, cambios económicos y alteraciones geográficas, científicas, religiosas, estéticas.

El caballo puede ser usado como símbolo de fuerza, de sojuzgamiento, de brutalidad, de guerra. O bien de sexualidad o de juego (el caballo es el único animal del ajedrez). También puede serlo de triunfo o de trabajo, de gracia, de libertad, de empuje o nobleza. El conquistador avasallante es –a su vez- el furor amansado, el domesticado -por-el-lomo-, el espoleado en los ijares.
Evocación en el lenguaje de potencia (“Caballos de fuerza”), de astucia (“Caballo de Troya”), de repetición compulsiva (Caballito de batalla”), en la pintura puede llegar a ser la representación del dolor de un siglo (Caballo del “Guernica” de Picasso), o del esplendor de otro (Caballo de “Las  Lanzas” de Velásquez).

La obsesión de lo equino nos empapa. No es extraño entonces que insista y persista en aparecer en las artes visuales. Ya sea actuando como alusión narrativa o simbólica, o bien sirviendo como pretexto formal o gestual: en todo caso prestándose para la condensación expresiva.

En esta carpeta de grabados, que ha sido llamada “Equus”, el tema convoca –previsiblemente- respuestas opuestas: de lo onírico a lo reflexivo, de lo teatral a lo totémico, de lo fugaz a lo premonitorio, de lo lúdico a lo apocalíptico, de lo fantástico a lo puramente plástico: es el espectador quien mide la afirmación o la ausencia de estas dimensiones, según el enfoque particular que le presenta cada uno de los nueve artistas gráficos reunidos aquí, a propósito de un asunto galopante.

Juan Manuel Lugo
Bogotá, diciembre de 1985




Armando Villegas


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